miércoles, 16 de agosto de 2023

LOS ROMANOS

Los romanos fue uno de los muchos pueblos que tanto antes como después llegaron a la península. Pero el más importante. Como toda metrópoli a sus colonias, Roma explotó económica y socialmente a sus provincias de lo que llamó Hispania. La conquista romana de la Península Ibérica, comienza en el 218 a. C. (fecha del desembarco romano en Ampurias) y se mantuvieron hasta los principios del 400 d. C. A lo largo de este extenso periodo de más de seis siglos, tanto la población como la organización política del territorio hispánico sufrieron profundos e irreversibles cambios, y quedaría marcado para siempre con la inconfundible impronta de la cultura y las costumbres romanas. 

Pero la península recibió un legado cuya trascendencia llega hasta el presente. Todas las lenguas hispánicas, salvo el euskera se derivan de la romana, es decir del latín, hablado por los mercaderes y soldados. Y hoy junto con otras lenguas europeas, (francés, portugués, rumano, etc.) forman el tronco de las lenguas románicas. También los conceptos básicos del derecho tienen su origen en el derecho romano. El arte y los estilos habían llegado de Grecia y también a través de Roma. Y en los últimos tiempos del Imperio fue el intermediario imprescindible para la introducción de la religión cristiana, que acabaría por unificar a la península como dato identitario.
Con Roma la península Ibérica entró definitivamente en los anales de la historia, recibió el nombre con el que se la conoce, Hispania, y forjó por primera vez una unidad política. Pero siempre se debe huir de proyecciones nacionalistas, que no favorecen la realidad histórica. Don Marcelino Menéndez Pelayo apuntó a que gracias a Roma dejamos de ser una multitud de tribus, dispersas, luchando unas contra otras y nos da la unidad del idioma, de la religión, de la administración, el ejército, la cultura de la arquitectura y las magníficas obras de ingeniería. En fin, nos sacaron de la oscuridad, aunque no lo hicieron pidiendo permiso, precisamente.


Entrando en harina, hay que tener presente que la romanización no fue un hecho pacífico, como no lo es ningún cambio trascendental en la historia. Roma entra en la península a causa de su pugna con Cartago por el control del Mediterráneo.
La conquista de cada uno de los pueblo que habitaban la península no se realizó del mismo modo. Tampoco reaccionaron de la misma manera. La conquista se prolongó durante des largos siglos, del 218 al 19 a.C. En un primer periodo fue a consecuencia de la Segunda Guerra Púnica, por la que toda la costa del Mediterráneo quedo en poder de Roma. Asegurar la fronteras de los dominios deparó numerosas luchas que se extendieron durante todo el siglo II a.C. La fase final  fueron las guerra contra las tribus cántabras y astures.
La primera guerra de los Cartagineses contra los romanos se desarrolló entre el 264 y el 241 a.C. aunque tuvieron importantes victorias finalmente salieron derrotadas por Duilio, general Romano, y Cartago tuvo que ceder Sicilia y asumió unos fuertes tributos a Roma. Se llamaron Guerras Púnicas dado que los romanos los llamaban Punici, refiriéndose al origen fenicio de Cartago. Sobre estas guerra ya hemos hablado en el capítulo de los Cartagineses.

En momento determinado el gran general cartaginés Aníbal (247-183 a. C.), que había intentado tomar Roma trató de negociar una paz honrosa con los romanos, pero fue vencido en Zama por Escipión el Africano, y el tratado que puso fin a la guerra fue muy oneroso para los cartagineses. Roma exigió su cabeza y se vio obligado a huir. Ante las fuertes presiones de los romanos, y temiendo ser entregado, se suicidó. Corría el año 183.
Las fuerzas romanas se habían instalado en Tarraco (Tarragona), convertida así en el principal centro romano en Hispania. Posteriormente, en el 149 hasta el 146 a.C. Se produjo la Tercera Guerra Púnica, que en realidad consistió en la destrucción total de Cartago y la matanza o esclavitud de sus habitantes. Con lo cual desaparece el pueblo cartaginés. Los romanos fueron recibiendo ayuda de griegos e íberos en sus luchas contra Cartago. Finalizadas las Guerras Púnicas, los griegos que quedaban en la península se fueron romanizando al igual que los aliados celtíberos.
Roma es la nueva civilización dominante en la península. “Carthago Nova” hoy cuenta con un rico patrimonio histórico-artístico; este patrimonio abarca diferentes épocas como la cartaginesa, romana y bizantina. La ciudad se había fundado en el año 227 a.C.
A partir del años 150 a.C. los romanos se propusieron extender sus dominios al interior de la península, encontrando resistencia por parte de algunas tribus y alianzas por parte de otras. Roma ya tenía la alianza de los íberos en sus filas. Se fue anexionando territorios desde el 197 a. C. Como dijimos, la península no respondía a una unidad política, sino a múltiples divisiones y subdivisiones de poder, que a su vez eran sostenidos por diferentes modelos económicos y sociales.
La conquista se prolongó durante un largo periodo, no solo por la gloriosa resistencia tantas veces magnificado en la enseñanza, sino porque responde su dominio a diferentes proyectos expansivos de Roma, no a un plan establecido puramente militar. Los romanos son la nueva civilización dominante en la península.
Roma realizó una expedición hasta la Gallaecia (el norte de Portugal y Galicia). Y en el 133 a.C. fue destruida la ciudad de Numancia, con impresionante resistencia de su población, el hambre hacía imposible la resistencia. Los jefes celtíberos se suicidaron con sus familias y el resto de la población fue vendida como esclavos. La ciudad fue arrasada. Era el último bastión de los celtíberos. Vascones y celtíberos se disputaron las tierras del valle del Ebro. Los celtíberos eran enemigos de Roma, y los vascones eran sus aliados. Cuando fue destruida Calagurris (Calahorra), por los romanos, fue repoblada con vascones
Dividieron en dos, Hispania Citerior (actuales, Cataluña, Valencia, y Murcia), y Ulterior(parte de Andalucía). Las zonas costeras aceptaron a los romanos pero en el interior lucharon contra ellos. Las tensiones de los romanos con los indígenas dieron lugar a rebeliones y a partir del 154 a. C. desplegaron un gran esfuerzo bélico contra los lusitanos cuyo jefe era Viriato al que lograron vencer en el 139 a.C.


EMPERADOR CESAR AUGUSTO 
El último territorio no romano de la península cayó casi cien años después. Roma ya no era un República y el primer emperador, Cesar Augusto mandó a Agripa para terminar de someter a las tribus cántabras y astures, que atacaban las zonas romanas buscando su botín.
Entre los años 29 y 19 a.C. desarrollaron una campaña militar. Aunque toda la península ya es romana, se pusieron puestos de vigilancia en las zonas del norte al pie de la cordillera cantábrica, lo que da a entender que esa zona montañosa seguía siendo conflictiva.
Cuando termina la conquista de la península con la guerra contra los galaicos, cántabros y astures sobre el 29 al 19 a.C., el emperador César Augusto realiza una nueva organización en provincias, subdivididas en conventos jurídicos. Tarraconense, lo que antes era la Citerior prolongada hasta el noroeste, incluye Gallaecia, que llegaba hasta el Duero. Capital en Tarraco.
Bética (Baetica) capital en Córdoba. Hasta la orilla sur del Guadiana. Era una subdivisión de la Ulterior. Lusitania capital en Emerita Augusta (Mérida), sobre la orilla norte del Guadiana. Incluye el centro y el sur del futuro Portugal, Extremadura, Salamanca y Zamora.
Los romanos aprovecharon a fondo las posibilidades económicas de Hispania, en particular sus explotaciones mineras. En el distrito minero de Carthago Nova, en donde se extraía ante todo plata, pero también plomo, se calcula que trabajaban unos 40.000 hombres. Otra actividad destacada era la pesca, en particular los salazones de la costa atlántica de Andalucía. Importante fue asimismo el desarrollo de la esclavitud, que alcanzó cotas muy elevadas. La sociedad, su parte, estaba dividida en dos grupos claramente contrapuestos: por una parte, los “Honestiores”, es decir los dominantes; por otra, los “Humiliores”, la capa popular. De todos modos había una clara diferencia entre los que poseían la ciudadanía romana y los que no la tenían. Esa situación duró hasta el año 212, fecha en la que el emperador Caracalla decidió conceder a todos sus súbditos la ciudadanía romana. También es Caracalla el que produce otra división del territorio y se crea Gallaecia por subdivisión de la provincia Terraconense, quedando Gallaecia, Tarraconense, Baetica y Lusitania.
En el 293 vuelve a reorganizarse en general todo el imperio y se crea la Cartaginense, de la que surgirá en el año 385 la Baleárica.

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