viernes, 25 de agosto de 2023

ROMANOS Y VISIGODOS

Retomando la historia unos siglos antes de la terminación del capítulo anterior debemos decir que en el siglo IV ante el empuje de los hunos, procedentes de la estepa euroasiática determinó la división de pueblos que acabó por desbordar las fronteras romanas, precisamente en un momento en que Roma estaba instalado en un momento de crisis social, política y económica, pero nada hacía anunciar su declive.


Los pueblos germánicos, como dijimos, se habían instalado en las fronteras e incluso dentro, forzados por su huida y por los cambios climáticos en Escandinavia hacia el 500 a.C. Su continuo movimiento entre unos pueblos y otros, durante siglos habían mantenido muy viva una tradición guerrera. 
Los godos eran un pueblo indoeuropeo, nórdico. Su lengua, el gótico, hasta donde se sabe de ella, entronca con el germano antiguo y posiblemente tuviera la misma raíz.
Desde allí, se desplazaron hacia el sur y el este y en el siglo II d.C. se establecen en las estepas de lo que hoy es Ucrania. Allí se dividieron, por un lado los godos del este en gran parte se quedaron en estas regiones y a partir de entonces se les conocerá con el nombre de ostrogodos. Por otra los godos del oeste se les llamaron visigodos. Éstos se desplazaron hacia las llanuras de Rumanía y Hungría. Al igual que los romanos en esta época, eran cristianos, pero practicaban el arrianismo, doctrina creada por Arrio, un sacerdote de la ciudad de Alejandría. Eran seminómadas.
Roma desde el siglo I, en pleno apogeo, había desistido de la conquista de Germania, pueblos belicosos e incontrolables que habitaban en un país muy frío, boscoso y ofrecía dificultades para extender la cultura romana. Hubo batallas y triunfos no obstante, pero Roma optó por replegarse y construyó una línea defensiva. Pero a finales del siglo III hubo muchas incursiones germanas en territorios romanos y los militares romanos ya no tenían la disciplina que siempre les caracterizó. Con el tiempo incluso fueron adoptando hombres germanos entre las tropas romanas. Luego hasta llegaron a puestos de mando importantes. Los germanos llegaron a romanizarse plenamente.

REORMA DE DIOCLECIANO 

Finalmente en el 298 después de Cristo, Diocleciano hace una nueva división administrativa con 5 provincias en la Península Ibérica y más adelante una sexta incluida en Hispania que comprendía parte del norte de Africa, ya que los romanos también habían conquistado todas las costas del Mediterráneo ("Mare Nostrum").
La situación parecía haber llegado a un equilibrio o al menos a una coexistencia y entre Roma y los germanos, nada hacía presagiar la catástrofe que se avecinaba. Al llegar el siglo V ya eran evidentes las dificultades económicas del Imperio, también había problemas sociales  por las diferencias con las desigualdades.
Y para colmo los hunos, un pueblo nómada que recorría la estepa euroasiática, que fueron desalojados por los chinos y  se desplazaron al Oeste, arrollando a los pueblos que iban encontrando. Hacia el 370 franquearon el Don y encontraron a los ostrogodos a los que desplazaron y eso hizo que a sus hermanos, los visigodos establecidos al otro lado del Dniéster, parcialmente cristianizados e influidos por Roma, ante el empuje de los Hunos pidieron ayuda al emperador Valente. El emperador no consideraba peligrosos a los visigodos y les permitió atravesar el río Danubio para escapar de los hunos. Se calcula que entrarían unos 200.000. Una vez en los Balcanes marcharon hacia el Mediterráneo con  saqueos y pillanes que Valente intento atajar.

El 19 de Agosto de 378 cerca de Adrianópolis, se produce la batalla fundamental que cambió el curso de la historia de aquel momento. Unos 18.000 visigodos derrotaron a unos 70.000 romanos, y el mismo emperador romano, Valente, moriría en la batalla.
El sucesor, Teodosio evitó la toma de Constantinopla por los godos y les obligó a pactar y los instaló en Tracia. A la muerte del emperador en el 395, el Imperio se dividió en dos, una parte oriental, que conocemos como Imperio Bizantino adjudicado a Arcadio, y otro occidental adjudicado a Honorio. Los godos reemprendieron sus correrías en diversas partes del Imperio de Occidente.
Geroncio, general de Constantino, que conspiró para quitarle el poder, se alió con las bandas de suevos, alanos y vándalos que merodeaban por las Galias, y les franqueó el paso a Hispania. En el 408 Geroncio acompañó en Hispania al hijo de Constantino, el recién nombrado César, Honorio.
En el 409 es cuando se inician las primeras incursiones de pueblos germánicos en la península, los pueblos suevos, vándalos y alanos que habían cruzado los Pirineos y se asentaron sin encontrar ninguna resistencia y se dedican al pillaje durante dos años. Geroncio realizó un pacto con los visigodos que se habían instalado en el sur de la provincia de Aquitania para que atravesaran los Pirineos y entraran en Hispania. Así llegaron los visigodos. A los Alanos les concedió las provincias de Lusitania y la Carthaginensis, los Vándalos recibieron la Bética, los Suevos ocuparon la actual Callaecia y los visigodos controlaban la Tarraconensis, ya que los visigodos civiles buscaban un asentamiento con intención de población definitiva. Se asentaron en el valle del Ebro. Entraron también en la Cartaginense, estableciendo poblamientos desde Soria hasta Ávila. Los visigodos trasladan a Hispania las formas de gobierno que ya habían tenido en la Galia.
Y en agosto del 410 los visigodos comandados por Alarico entran en Roma. Era la primera vez en 800 años que un ejército extranjero ponía los pies en la ciudad de Roma, Alarico consintió el saqueo que duró 3 días. Roma quedo hecho un estropicio. Asesinaron, violaron, quemaron edificios y templos. Y aunque Roma ya no era lo que había sido era todavía un símbolo del Imperio y su destrucción conmovió al mundo
En 415, en virtud de un pacto (foedus) celebrado entre el emperador romano Honorio y el rey visigodo Walia, los visigodos se asentaron en la provincia romana de Aquitania Secunda (Aquitania II), en el sur de las Galias. Para frenar el avance, el Imperio romano de Occidente autorizó a los visigodos a asentarse en el sur de la Galia y controlar territorios de Hispania. Los visigodos recibieron tierras donde establecerse, a cambio de la obligación de defender el Imperio frente a los enemigos. A partir de dicho establecimiento se constituyó un reinado en suelo imperial, con capital en Tolosa, (que perduró hasta el 507 en la batalla de Vouillé entre francos y visigodos, con derrota de estos, que tuvo como consecuencia el traslado del reino visigodo de Tolosa, Toulouse, actual en Francia, a Toletum, Toledo en Hispania).
Fracasados los romanos ante los suevos aceptaron abandonar la península en manos de los barbaros. Más tarde, los vándalos, atraídos por las riquezas romanas en África y bajo la presión de las luchas permanentes con los visigodos, en el año 429 d.C. dejan España por el estrecho de Gibraltar.
Quedan pues los visigodos al principio en una situación de inestabilidad que contribuyó a empeorar las condiciones sociales que ya se vivían. Se registraron revueltas en la primera mitad del siglo V, por grupos de población. Protestas de campesinos víctimas de la explotación y genes de las ciudades. Los habitantes naturales de Hispania ya no se sentían romanos pero no tenían un proyecto político. Algunos autores han querido ver en ello el embrión confuso del primer sentimiento nacional y empeño de desvincularse de un poder superior. 

BAGUADA 

Se denominaron “bagaudas”, y fueron un elemento más en la descomposición política. Fueron derrotados por los visigodos. Roma se sumió en la anarquía y los germanos acabaron por hacerse con el control del gobierno imperial de Occidente.
Los últimos emperadores fueron hombres de paja al servicio de los germanos hasta que la situación terminó con el último emperador, Rómulo Augústulo en el 476. Y así fue como Roma desapareció de Hispania después de seiscientos años.
El Imperio Romano de Occidente desapareció en 476, y los visigodos alcanzaron su independencia. A partir de aquí desaparecen los romanos y hablaremos de los visigodos.
Los visigodos al ser rechazados por los francos se fortalecieron durante todo el siglo VI en Hispania. Llegaron acarreando ya cierta organización política y social, heredada de la tradición clásica, aunque introdujeron cambios en muchos aspectos. Trajeron con ellos una monarquía electiva, aunque no siempre se respetó.
Los habitantes de la Hispania visigoda quedaron divididos en dos poblaciones, la hispanorromana, con sus propias leyes, su cultura latina y su cristianismo católico, y los invasores visigodos, que eran cristianos arrianos, y que, aunque estaban en minoría, detentaban el poder militar. Su número sería de unos 250.000 frente a los 7 millones de nativos peninsulares.

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