miércoles, 14 de septiembre de 2022

VENTURAS Y DESVENTURAS DE COLÓN– Parte 1

Para un europeo del siglo XV era muy difícil imaginar un mapamundi de aquellos tiempos. No habían viajado por toda la tierra conocida. Tenían los escritos antiguos y mapas de navegación, pero eran reconstrucciones de viajes hechos por hombres de mar que antiguamente habían surcado las aguas. Y de viajeros, casi aventureros, que se habían internado en remotos países, con otras costumbres, diferentes idiomas y comerciado con ellos con productos nuevos en Europa. No sabían tampoco que en sus mapas faltaba la mitad del mundo. Los viajes de los vikingos 500 años atrás eran una quimera, una leyenda, que aunque fuera verdad no habían dejado nada, no hubo aportación de ningún tipo. Desde el centro de Europa, mirando hacia el oriente, un joven genovés con algunos conocimientos de marinería y sabiendo que las riquezas estaban al alcance de cualquier persona decidida y valiente, por humilde que sea, meditaba y calculaba como llegar hacia ese mundo de tesoros y tierras desconocidas, pueblos nuevos para él.
Un genovés de aquella época era una persona resuelta, de gran ambición y fuerza de espíritu como para atreverse a cualquier travesía que indicase posibilidad de negocio, y Cristóforo Colombo era un muchacho terco, ambicioso y dispuesto a aprender y adquirir los conocimientos necesarios para progresar en la vida. Su padre, un humilde tejedor, no disponía de capital suficiente para costear una travesía comercial, pero su hijo no por eso dejaría sus sueños de conocer nuevas rutas, de comerciar y enriquecerse.
Pocos fueron los europeos que fueron a Oriente. Realmente no viajaban hacia allí. Comerciaban con los musulmanes que dominaban todo el comercio oriental. Ellos zarpaban de China y tenían los conocimientos náuticos necesarios, usaban la brújula y conocían los caminos y dominaban perfectamente la tierra y las aguas. Desde la India hasta el centro de Europa era dominación musulmana, realmente eran el centro del mundo conocido. Traían oro de Filipinas, sedas y especias de China, esclavos y riquezas de todo tipo. Todo aquello que Europa pagaba y necesitaba. La riqueza que los habitantes acomodados de las ciudades europeas y los comerciantes, reyes y nobles disfrutaban, reclamaban todo aquello que cada vez era más caro. Las especias eran fundamentales en esos tiempos. Necesarios para conservar y dar sabor a los alimentos. La ruta de la seda y la ruta de las especias eran formas de comercio para abastecer en Europa a las clases medias y acomodadas. También era necesario el oro y las piedras preciosas e incluso los esclavos.
Dos siglos antes, tan solo un comerciante ávido de conocimientos y de mundo, Marco Polo, llegó a las lejanas tierras de China, conoció al Agha Khan, el hombre más poderoso y rico jamás conocido. Su fortuna sería más importante que la de cualquier rey europeo. Marco Polo escribió sus memorias describiendo sus viajes y lo que vio y conoció.
Después, un joven genovés, hijo de un humilde tejedor, poseedor de una gran determinación y ambición de conocimientos, soñaba con surcar los mares y llegar a ver pueblos y tierras desconocidas, comerciar con ellos, abrir nuevas rutas. Cursó estudios de geografía y cultura general. Pudo emplearse con los pescadores genoveses y con los comerciantes marítimos. Amplió sus conocimientos con la práctica y con el tiempo fue a Oriente, hasta China. Poseía un ejemplar del libro de Marco Polo, era lo que le inspiraba. Colón tenía una idea clara del Mediterráneo pero una vaga idea de África y Asia.
Lo que había sido la capital romana de la cristiandad en oriente, Constantinopla, que durante siglos había soportado asedios y luchas para su conquista, cayó en manos musulmanas en mayo de 1.453. Ese hecho cambió la historia de la humanidad de aquellos tiempos. Esa ciudad era por entonces el centro de la cultura, la religión y el comercio. Su ubicación la hacían fundamental para el control marítimo con oriente. Génova, una ciudad-estado vio perder sus colonias cayendo en manos musulmanas. Peligraba el comercio de Europa occidental. Evidentemente había que encontrar un camino alternativo.
Colón que era joven por entonces pudo presenciar el ocaso de Génova. Tuvo entonces la certeza de que su porvenir ya no estaba allí y a los 25 años se marchó en una expedición comercial, esta vez no a Oriente sino a Occidente. Jamás volvería a su tierra.
Portugal fue su destino. Los portugueses eran grandes marinos, viajaban lejos de su tierra y habían descubierto islas lejanas, ricas y abundantes de productos valiosos en Europa. Colón se volcó hacia la expedición marina portuguesa por la costa africana. Buscaban oro y esclavos y desarrollaban nuevas técnicas de navegación. Hoy podemos suponer que seguramente habían llegado a Terranova, pero no tenemos confirmación de eso. Por entonces era habitual no difundir información de nuevos sitios descubiertos como caladeros o tierras. Los marinos comerciantes y pescadores ocultaban para sí cualquier posibilidad de enriquecerse. Para Colón el ambiente de los marinos portugueses era lo que necesitaba para adquirir nuevos conocimientos. Todo aquello era perfecto para aquel joven genovés. Conocían perfectamente los instrumentos marinos, usaban una buena cartografía, sabían aprovechar los vientos de aquellas zonas. En una batalla naval frente al Cabo de San Vicente su barco naufragó y fue de los pocos que lograron salvarse. Llegó como naufrago a Portugal en 1477. Allí pasó nueve años, no sin dificultades. Luego se ganó la vida un tiempo vendiendo mapas cartográficos y cartas de navegación. Entró en contacto con las casas genovesas que controlaban el comercio con Inglaterra y Flandes. Se casó con la hija de uno de los primeros colonos de Porto Santo y se convirtió en un comerciante acomodado. Viajó por la ruta africana y llegó hasta Guinea. En el tiempo que pasó con los marinos portugueses aprendió a conducir un navío, a aprovecharse de los vientos de la costa africana, a leer y confeccionar cartas de navegación. Seguramente Colón ya pensaba que la tierra era esférica y hay varias hipótesis que hablan de la demostración que obtuvo de este hecho. Una es que el destino quiso que pasase un tiempo en las islas portuguesas del Atlántico y allí se encargó del cuidado de un marinero moribundo, que le contaba como su embarcación había sido llevada por las corrientes desde el Golfo de Guinea hasta el Caribe. Este hombre confió su secreto a Colón porque le escuchaba y creía en sus palabras. La historia confirmaba su teoría de poder llegar a Oriente navegando siempre hacia Occidente. Otra es que los chinos viajaron por gran parte de los océanos y dejaron constancia escrita de ello. Esos mapas fueron ocultados durante siglos por el emperador, pero es posible que algunos comerciantes venecianos que visitaban tierras chinas le hablaran a Colón de estas cartas.
Pero su obsesión era viajar para encontrar oro y especias, también comerciar con sedas, alfombras y diversos productos orientales. El oro lo había visto conseguir fácilmente en África al conocer pueblos donde abundaba generosamente. En las costas africanas vio llegar por mar maderas y frutas de lugares lejanos. Cosas que no eran del allí, seguramente las traían las corrientes del océano a saber de dónde. También viajó a las islas Británicas y a Islandia. Allí pudo ver dos cadáveres con la cara chata, como de chinos, pero quizá fueran esquimales. Pero para Colón cada vez todo se iba aclarando con más fuerza. Los mares traían cosas de Oriente y fue elaborando su hipótesis; no era necesario ir por las rutas conocidas a Oriente, se podía ir por Occidente. Le resultaba evidente su teoría de ir a Oriente. Pero sabía que eso era muy costoso y complicado.
En el siglo XV la gente culta sabía que la tierra era redonda. Colón calculaba que habría unas 3.000 millas náuticas de mar abierto para llegar a Oriente desde Europa. Sus expectativas de presentar un proyecto serio y fundamentado al rey portugués necesitaban del aval de un erudito. De Florencia tuvo el respaldo que necesitaba, Toscanelli aprobaba la teoría de Colón. Era cartógrafo y científico de reputada consideración.
En 1.484 presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó muy impresionado. Lo consideró seriamente, no obstante era algo demasiado extraño para entonces. Se formó una comisión de expertos que estudió detenidamente la posibilidad, pero finalmente no lo aprobó. Portugal tenía por entonces un plan más lógico, ir por el sur, por la costa africana. De hecho ya lo estaban realizando. Y en realidad Portugal llegó a Oriente antes que nadie. En 1488 llegaron a rebasar el Cabo de Buena Esperanza, el extremo meridional de África. Vasco da Gama llegó en 1.498 a Oriente. Por eso en Portugal hay monumentos a Vasco da Gama y no hay un monumento a Colón.
Eso hay que buscarlo en el país que realmente realizó la gesta, España.

HERMANOS DE CRISTOBAL COLÓN

Bartolomé Colón en 1479 se inició como cartógrafo en Portugal con su hermano Cristóbal, de lo que vivía en Lisboa en 1480. También era conoc...