jueves, 24 de noviembre de 2022

VISIGODOS (y parte 3 )

El cristianismo levantó de las cenizas a las ciudades creando una nueva forma de vida, donde el circo, el baño público, etc. ya no tendrían cabida. Los templos paganos que podían albergar mucha gente se habían convertido en iglesias.
No obstante se considera al Rey Ataúlfo, primer Rey visigodo, en 415 en la provincia romana Tarraconense, según se señala hoy en la casa del rey actual.

Pero el Concilio de Toledo del 589 no propugna una unión de las iglesias. Se trata de la conversión del alto mando y elite militar y gobernante visigoda que se bautizan como cristianos católicos abandonando el arrianismo (por supuesto seguidos de todo el resto del pueblo godo, como marca la buena costumbre y usanza medieval), en lo que es a la vez un acto profundo de humildad y un acto político que le dará el apoyo de gran parte de la población romana, que vio así una nueva oportunidad de integrarse a la administración visigoda en buenos términos. De este hecho surge que la presencia bizantina ya no tenía la gran importancia del principio, estaban perdiendo algunos territorios y ahora perdían un excelente motivo de su permanencia en Spania, el religioso.
Pocos fueron los años de permanencia de Bizancio en España. Fueron años de intercambio cultural, y también los últimos años del imperio romano en España, donde por un siglo más perduraría el reino visigodo hasta su caída en muy poco tiempo ante los árabes (los visigodos probaban así el mismo dolor que los bizantinos experimentarían en 639-645.
No existen demasiadas fuentes que nos acerquen luz a todos los acontecimientos ocurridos en Spania durante estos setenta años.
Sin embargo la civilización de las ciudades, la cultura romana, la forma de vivir de los ciudadanos tiene una larga persistencia, hay una continuidad evidente que no se quiebra ni con la caída de Roma, ni con la llegada de los vándalos, ni con el primer tímido gobierno visigodo, que se fomenta y engrandece con la llegada de los bizantinos.
Pero tenía que llegar el hombre que pusiera las cosas en su sitio. Y llegó. El unificador de Iberia fue el rey visigodo Suintila. Era hijo de Recaredo I.

Reinó entre el 621 y 631. Pocos años pero muy bien aprovechados. Fue elegido rey ese mismo año, tras el fallecimiento de Recaredo II.
La verdad es que hoy es casi desconocido cuando fue el primer rey visigodo que consiguió unificar la Península Ibérica. Los bizantinos seguían en Spania, con lo cual Suintila se ocupó de ellos. Estaban en las costas mediterráneas desde Valencia hasta Cádiz. Aquí los derrotó y expulsó. Y así completó la unidad del territorio de la península ibérica, que había sido el sueño de todos los reyes visigodos anteriores y sigue siéndolo en muchas gentes. Isidoro de Sevilla habla de él como el primer monarca que llegó a reinar sobre toda la península, una sola autoridad y religión.
Suintila combatió a los bizantinos en el sur de Hispania y a los suevos en el norte, forjándose un gran prestigio como guerrero. También consolidó las instituciones eclesiásticas, apoyándose para ello en los hispanorromanos católicos.   
Dio pasos decisivos para la unificación de la península conquistando el reino suevo y sometiendo (temporalmente) a los vascos. En 581 celebró su victoria sobre los vascones fundando Vitoria (Victoriacum). 
Desde el 565, Atanagildo y luego sus sucesores, Liuva I y Leovigildo, fueron acosando con sucesivas campañas al poder bizantino, que se vio finalmente relegado a las ciudades del litoral.


Recaredo I (586-601) se convirtió al catolicismo, fe que profesaba la mayoría de la población indígena. El catolicismo fue declarado religión oficial en 589. A partir de  entonces los nativos hispanos dieron muestras de una firme lealtad hacia la monarquía visigoda. Esto facilitó, durante el reinado de Suintila (621-631), llamado después “El unificador”, la conquista de las plazas fuertes bizantinas del sur de la península.
A los prisioneros vascones les dio pala y pico y les obligó a construir Ologite para que, junto con Vitoria, serían una defensa contra las incursiones.
Pero también se ocupó de bajarles los humos tanto a los nobles como a la Iglesia, que habían conseguido acumular riquezas y poder. Falló en una cosa; declaró el carácter hereditario de la corona, designando heredero a su hijo.
Estos hechos provocaron el principio del fin de Suintila y en el año 631, el gobernador de la Narbonense, (Septimania, en la actual Francia), Sisenando, organizó una rebelión con apoyos extranjeros y del propio hermano del rey.
Finalmente Suintila fue depuesto y en el Concilio de Toledo del 633 fue excomulgado y confiscados todos sus bienes. El cabrón de Sisenando fue legitimado como rey y se estableció el carácter electivo de la monarquía. Suintila murió al año siguiente.
Desde ese momento los monarcas visigodos gobernaron en toda Hispania.
La conversión de Recaredo también simbolizaba el triunfo de la civilización hispanorromana sobre los bárbaros, y contribuyó a sellar una alianza entre la corona y la iglesia. Aquí es donde algunos historiadores señalan el comienzo de España como nación independiente.
El efímero reino visigodo se caracterizó por su crónica inestabilidad, cuyos mandatos eran por lo general de muy breve duración. Los regicidios y golpes de estado eran constantes. A lo largo del siglo VI hubo quince reyes godos, de los cuales nueve fueron asesinados, dos murieron en combate y cuatro fallecieron de muerte natural. Por fin, el último rey godo, Don Rodrigo, murió en la batalla de Guadalete, librada contra los invasores árabes y bereberes. Con lo que tenemos fechas que marcan su existencia en la península, acordaron con los romanos su entrada en el año 415 y fueron derrotados por los musulmanes en el 711. Trescientos años en la península, con lo cual sabemos que son muchas generaciones nacidas en la península, ya no podemos decir que eran extranjeros, pues tenían el mismo idioma, religión y organización social y militar.
La Hispania visigoda fue el crisol donde se fusionó el germanismo con el legado de la antigüedad. Hacia el siglo VII los visigodos ya habían abandonado su idioma germánico natal, sustituido por las lenguas romances, aunque algunas palabras españolas son de origen godo.
San Isidoro, arzobispo de Sevilla de 599 a 636 y principal consejero de los reyes visigodos, (hijo de hispano-romano y madre visigoda), recogió en sus voluminosos escritos todo el saber de la época y reforzó el papel de la iglesia como depositaria de la cultura, influyendo decisivamente en el posterior pensamiento de la Edad Media europea.
El rey Wamba (672-680) fue destituido a traición. Numerosas conspiraciones amenazaron a sus sucesores. Echaron la culpa del malestar a los judíos, a los que intentaron convertir al cristianismo o reducir a esclavos. En las últimas décadas del reino visigodo se decretó la conversión forzosa de los judíos, que fue seguida de una cruel represión.
Cuando murió el rey Witiza (710), que intentaba dejar el trono a su hijo, en su lugar, fue proclamado rey Don Rodrigo. Se cree que la familia de Witiza pidió ayuda a los musulmanes del norte de África para destronar a Don Rodrigo. Como respuesta, Tariq ibn Ziyad, gobernador de Tánger, cruzó con sus tropas el estrecho de Gibraltar en 711, y el 19 de julio derrotó a los ejércitos visigodos bajo el mando del rey Rodrigo en la batalla del río Guadalete. 

De los treinta y cinco reyes godos, la mitad palmaron asesinados.
El consiguiente vacío de poder facilitó la conquista de casi todo el territorio peninsular, llegando puntualmente las tropas musulmanas en su expansión hasta Poitiers. El reino visigodo se extinguió completamente, aunque su memoria inspiró posteriormente a los reyes de Asturias y León la posibilidad de sentirse herederos del reino visigodo, juntamente con la defensa y expansión de la religión cristiana.
Como curiosidad diremos que los historiadores consideran que la Monarquía en España apareció hace 1.600 años, cuando se instaló el Rey Ataúlfo, primer Rey visigodo, en 415 en la provincia romana Tarraconense según señala la casa del rey.
En la Plaza de Oriente de Madrid, frente al Palacio Real, tenemos veintiocho estatuas de reyes visigodos, y dentro del Palacio las restantes. Esto llega incluso a los territorios de otros continentes de la Monarquía española. Es por esto por lo que se incluyen las estatuas de los Emperadores Azteca e Inca, Moctezuma y Atahualpa, a la entrada del Palacio Real.

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