viernes, 17 de noviembre de 2023

INVASIÓN INGLESA AL VIRREYNATO DEL RIO DE LA PLATA -(2) -

En su primera invasión al Virreinato del Río de la Plata, los ingleses fueron derrotados el 12 de agosto de 1806, en Buenos Aires, pero pese a la capitulación con las fuerzas españolas, la flota británica continuó fondeada en el río a la espera de refuerzos solicitados a Inglaterra para persistir en su objetivo. En su rendición se les dio un plazo para organizar su retirada.
Pero arribaron al río de la Plata numerosos efectivos ingleses nuevamente, esta vez al mando del comandante Juan Whitelocke. Reunieron 12.000 hombres y 20 naves de guerra, con los que el 16 de enero de 1807 desembarcaron en el puerto del Buceo, que se utilizaba como fondeadero seguro y de inmediato se apoderaron de la ciudad de Montevideo.­

Juan Whitelocke

Desde Buenos Aires el virrey Sobremonte intentó, al igual que en la primera invasión, partir hacia Córdoba con la intención de preservar los caudales. El 4 de febrero el capitán  Santiago de Liniers ingresó en el Cabildo porteño instando a recuperar las tropas españolas situadas en Colonia, y lo designaron a cargo de las fuerzas militares. Una junta general integrada por autoridades y destacados vecinos resolvió destituir y arrestar a Sobremonte. La Real Audiencia invistió al Capitán de Navío Santiago de Liniers y Bremond como virrey interino por ser el oficial de mayor rango. Ante la certeza de una nueva invasión inglesa, Liniers comenzó a formar un cuerpo de voluntarios, la que encontró eco entusiasta y decidido en la población. El ejército español quedó constituido por 8.600 hombres de infantería, caballería, artillería y un batallón de marina.

DEFENSA DE LINIERS 

En Montevideo Withelocke dejó 2.000 soldados como guarnición de la ciudad y con 9.000 hombres y 18 cañones cruzó el río de la Plata desembarcando entre el 28 y el 29 de junio en la ensenada de Barragán. Liniers salió al frente de 7.000 hombres con el propósito de cubrir la línea del Riachuelo, pero la vanguardia inglesa cruzó el río y se interpuso entre sus tropas y la ciudad.
En un combate en los Corrales de Miserere, Whitelocke derrotó a Liniers, pero el virrey reorganizó sus tropas reuniendo un total de 9.000 milicianos. La Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo) se convirtió en el núcleo de la resistencia y se emplazaron cañones en sus ocho entradas, se abrieron trincheras artilladas y se colocaron tropas de Infantería en las azoteas de las casas circunvecinas. El Retiro y la Plaza de Toros fueron defendidos por infantes y marinos.
En la mañana del 5 de julio, Whitelocke ordenó ingresar a Buenos Aires en 13 columnas que desde la actual calle Entre Ríos se dirigirían separadamente hacia el Fuerte y el Retiro. Al penetrar en la ciudad, las que marchaban hacia el Fuerte fueron atacadas desde las azoteas de sus casas por los vecinos no alistados y por mujeres y niños que les arrojaban agua, aceite hirviendo y piedras sacadas del empedrado. El avance inglés se vio severamente entorpecido por esas acciones, por el fuego permanente desde el interior de las viviendas y por el desorden entre sus comandantes.

Tras una encarnizada lucha los invasores se apoderaron del Retiro y de la Plaza de Toros. En el sur los ingleses tomaron la manzana comprendida entre las actuales calles Defensa, Balcarce, Humberto I y San Juan. Quedaron dueños de esos puntos, pero fracasaron en el intento de tomar el Fuerte y la Plaza Mayor, donde la defensa permanecía intacta.
De las columnas inglesas que inicialmente integraron el grupo central una se rindió en los fondos de la iglesia de la Merced y otra atacó sin éxito la iglesia de San Miguel. Las fuerzas comandadas por el coronel Denis Pack no pudieron avanzar más allá de la actual calle Alsina. Una parte se encerró en la llamada "casa de la Virreina" (en las actuales calles Perú y Belgrano) y se rindió poco después. El resto retrocedió y penetró en el convento de Santo Domingo donde se encontraban Crawfurd y sus tropas. Rodeada la manzana y sometidos a un intenso fuego de fusilería y artillería durante dos horas, ambos jefes se rindieron junto con 47 oficiales y 600 soldados.
El 6 de julio trascurrió en negociaciones entre ambos bandos. Whitelocke reflexionó sobre la situación crítica de sus tropas frente a la tenacidad y al heroísmo del adversario y al día siguiente, luego que Liniers desestimara un pedido de 24 horas para recoger heridos, aceptó capitular aceptando abandonar Buenos Aires, Montevideo y el estuario del río de la Plata en sesenta días.

Durante los enfrentamientos las bajas inglesas ascendieron a alrededor de 2.500 hombres entre muertos, heridos y prisioneros, en tanto que los defensores de Buenos Aires tuvieron 302 muertos y 514 heridos. De regreso en Londres, Whitelocke fue enjuiciado militarmente y condenado a la privación de todo mando, declarándoselo totalmente inepto e indigno de servir a su majestad británica en ninguna clase militar.
En Latinoamérica muchas ciudades celebraron la victoria porteña con oficios religiosos. Potosí y Oruro obsequiaron al Cabildo de Buenos Aires trofeos de plata y oro. En esta ciudad el regocijo se tradujo en ceremonias oficiales, en la manumisión de setenta esclavos, en la acuñación de medallas conmemorativas y en el cambio de denominación de las principales calles con los nombres de Victoria, Reconquista y los de los héroes de la defensa. Juan Martín de Pueyrredón fue enviado a España para dar cuenta personalmente al rey de la Reconquista.

7 DE JULIO 1807 RENDICIÓN INGLESA

Entre las consecuencias que produjo la victoria sobre los ingleses, cabe destacar que por primera vez prevaleció la voluntad del pueblo por encima de la autoridad real cuando mediante el cabildo abierto del 10 de febrero de 1807 depusieron al virrey Sobremonte, hecho excepcional en la historia hispanoamericana.
Por otra parte, la necesidad de la defensa adiestró y disciplinó a los criollos con la creación de nuevas milicias y así les proporcionó armamento, uniformes, equipo y un cuadro de jefes y oficiales que serían en poco tiempo el brazo armado de la Revolución.
Los nativos adquirieron conciencia de su propio valer y se eliminó prácticamente la discriminación que existía entre españoles y criollos. La convivencia con los oficiales británicos prisioneros en Buenos Aires les hizo comprender los que representaba para la comunidad un intercambio comercial libre y exento de los perjuicios que causaba a la economía el régimen monopolista.
Los ingleses también fueron con la intención comercial por bandera de forma de convencer al pueblo rioplatense de las bondades del comercio con Inglaterra. Instalaron en Montevideo una inmensa feria con artículos de toda clase que vendían a precios que se consideraban muy baratos, lo que al principio, provocó gran euforia entre la población oriental, súbitamente tentada con toda clase de artículos importados, mientras  los mercaderes ingleses, no dejaban de ponderar los beneficios del “libre comercio”, tanto en sus conversaciones como a través de las columnas de “La Estrella del Sur”, el periódico que editaban para difundir sus “ideas”, en cuyas páginas subrayaban que la baratura y la calidad de sus productos, significaban  un gran beneficio para el mercado rioplatense.
Se comenzó a pensar en ello y pronto la realdad se puso de manifiesto. Se decían quienes veían más allá de esta inesperada avanzada comercial. Desde el momento en que las tejedoras de lana de Alto Perú, de bayetas santiagueñas, de muebleros de Tucumán,  no pueden competir con los productos fabricados en serie que vienen de Inglaterra, habrá centenares de hogares que no podrán vender lo que les permite vivir con decoro, y esos trabajadores, compradores potenciales a su vez, desaparecerán del mercado, al ser lanzados a la miseria. Esa tentativa también fracasó.
Ante el fracaso de sus dos invasiones, Inglaterra modificó su estrategia y en lugar de intentar apoderarse por la fuerza de las colonias sudamericanas se dedicó a apoyar sus aspiraciones emancipadoras como medio eficaz para lograr sus objetivos económicos.

HERMANOS DE CRISTOBAL COLÓN

Bartolomé Colón en 1479 se inició como cartógrafo en Portugal con su hermano Cristóbal, de lo que vivía en Lisboa en 1480. También era conoc...