viernes, 22 de junio de 2018

EL INCREÍBLE TRATADO DE UTRECH

UN ROBO PREVISTO Ya Isabel la Católica, con una visión de estadista que asombra, hace más de 500 años, dejó dispuesto en su testamento que “Mando a la dicha Princesa, mi hija e al dicho Príncipe, su marido, e a los Reyes que después de ella sucederán en mis Reinos, que siempre tengan en la Corona o Patrimonio real de ellos la dicha ciudad de Gibraltar, con todo lo que le pertenece e no le den ni enajenen, ni consientan dar ni enajenar cosa alguna de ella”. Por terminar la odisea de la que temían los RR CC y que desgraciadamente se cumplió, con la bajada de pantalones de nuestros gobernantes de entonces y la rapiña histórica que caracterizó siempre a Gran Bretaña. Pero también a la Francia de luis XIV El 11 de abril de 1713 se firmó en Utrecht el primer tratado entre Francia, Gran Bretaña, Prusia, Portugal, el ducado de Saboya y las Provincias Unidas (aproximadamente la actual Bélgica). España queda excluida de este primer acuerdo. En tanto que es el botín principal que se disponen a despojar y repartirse las potencias beligerantes, Inglaterra le reserva un tratamiento especial y aislado. Los representantes de Felipe V, retenidos en París casi un año para que no interfirieran en las negociaciones entre Francia e Inglaterra, con la excusa de que necesitaban un pasaporte para ir a Utrecht, se incorporaban al acuerdo con la firma del tratado entre Gran Bretaña y España. La firma española estuvo muy condicionada por la situación europea y la debilidad después de la guerra. Gran Bretaña recibía Gibraltar y Menorca, así como amplias ventajas comerciales en el imperio español, haciéndose con el monopolio del asiento de negros, es decir, la trata de esclavos, que fue concedido a la South Sea Company, gracias al cual podía enviar a América un total de 144.000 esclavos durante treinta año y el llamado navío de permiso anual, un barco de 500 toneladas autorizado a transportar bienes y mercancías libres de aranceles a las colonias españolas.  Para España, el Tratado de Utrech supone su definitiva colocación como un país “menor” en Europa y el mundo" Pero esto era sólo el principio de las concesiones que se iban a exigir a la monarquía hispánica. Felipe V debe ceder el Reino de Sicilia a la Casa de Saboya, la cadena de fortalezas en el norte de Bélgica a Holanda, la ciudad de Brandenburgo a Prusia, los Países Bajos españoles, el Milanesado, el reino de Nápoles, Flandes y Cerdeña a Austria.  Un auténtico nuevo diseño territorial de Europa hecho a costa de España. Y del que el gran beneficiario sería Gran Bretaña que, además de sus ganancias territoriales, obtuvo cuantiosas ventajas económicas que le permitieron romper el monopolio comercial de España con sus colonias. Pero además de esto, Inglaterra había conseguido contener las ambiciones territoriales y dinásticas de Luis XIV, mientras Francia sufría graves dificultades a causa de los grandes costes de la contienda. El equilibrio de poderes en la Europa continental, máxima aspiración de Inglaterra para evitar el surgimiento de una potencia hegemónica europea capaz de rivalizar con ella, quedó asegurado, mientras que en el mar, Gran Bretaña con la toma de Menorca y Gibraltar se convierte en la nueva potencia naval del Mediterráneo.  En última instancia, los Tratados de Utrecht permitieron al Reino Unido ocupar el papel de árbitro europeo manteniendo un equilibrio territorial basado en el equilibro de poder en Europa y su hegemonía marítima. Un poder asumido a costa de España y que ya no abandonará en los dos siguientes siglos.
Para España, por contra, el Tratado de Utrech supone su definitiva colocación como un país “menor” en Europa y el mundo a pesar de que sigue disponiendo del mayor imperio colonial de la época, con la consiguiente pérdida de una voz propia en los asuntos internacionales. A partir de 1713, la política exterior española será poco más que un apéndice de los intereses franceses.  La cesión de Gibraltar, y con ella el reconocimiento explícito de la presencia de una base militar y una colonia extranjera en su territorio, es la máxima expresión del grado de postración, sometimiento, dependencia e intervención exterior en el que ha vivido nuestro país a lo largo de los tres últimos siglos. Pero las cosas, no terminaron para España con el Tratado. Las tropas austriacas se marchan del principado de Cataluña en junio de 1713. A partir de ahí comienza una guerra que se prolongó durante casi catorce meses, concentrada en Barcelona y Cardona. El punto de inflexión será cuando las tropas felipistas rompan el sitio de Barcelona el  de 1714. Mallorca, Ibiza y Formentera cayeron diez meses más tarde, el 11 de julio de 1715.
Uno de los episodios más sangrientos en la historia del peñón de Gibraltar fue el asedio, ocurrido entre 1779 y 1783. Durante este asedio, los defensores trazaron una red de túneles excavando en la roca del peñón para conseguir poner sus cañones en mejor situación, logrando la superioridad logística frente al abrumador número de españoles que ejecutaban el asedio. El Peñón de Gibraltar recibió el status de Colonia Británica durante el año 1830, y una de las cláusulas del Tratado de Utrecht fue que España tendría preferencia en caso de que Gran Bretaña decidiese vender o donar el peñón, aunque esta situación de momento no parece posible por su situación estratégica.
No obstante, el tratado otorgaba plena potestad a los británicos sobre el suelo a perpetuidad, la ciudad, el puerto y las fortalezas, pero no se decía nada sobre el espacio aéreo o las aguas que la rodean, así que hasta hoy se ha marcado la frontera marítima como antiguamente, es decir, a la distancia que llegue una bala de cañón disparada desde la costa.

HERMANOS DE CRISTOBAL COLÓN

Bartolomé Colón en 1479 se inició como cartógrafo en Portugal con su hermano Cristóbal, de lo que vivía en Lisboa en 1480. También era conoc...